domingo, 21 de julio de 2024

Carta para el de enfrente

 Carta para el de enfrente.

Creéis que soy irracional pero, habéis intentado alguna vez entenderme?

Mi compañero  de años y años, ese que lleva más de una vida y dos y cientos de ellas, el que está frente a mi, al que veo  transformarse con todas las estaciones, ese que luce blanco en ocasiones y verde en la siguiente, luego dorado y después teñido de rojo y amarillo, en ocasiones con flores y en otras reluciente, ese que algunos dicen que es más bello que yo, me sonrió, me hizo un guiño con el viento y me di cuenta que en este momento me admiraba.

Me di cuenta que ahora yo soy el más bello. La gente viene a mi y pisa por mi tierra y por mi hierba con delicadeza, con cuidado de no estropear nada, tratando de que sus pisadas sean suaves para que no me hagan daño, que no estropeen ni una sola brizna de hierba, para no pisar ninguna florecilla, aunque la verdad es que eso es imposible porque tengo, al igual que años, ciento.

Vienen a descansar a la sombra de mis árboles, a la vez que, cuando se tumban bajo ellos, me transmiten sus sentimientos, que ahora tristes, que ahora emocionantes, que ahora amorosos o luego más tarde de admiración cuando alzan la vista para mirar el cielo del que cuelga alguna nubecilla veraniega, cuya intención es solamente decorar y dar una nota sobresaliente.

Mi pareja, ese que está a mi frente, me transmite por la tierra la energía que necesito para sentirme importante y yo siento que sin su apoyo no sería nada, me desmoronaría en el precipicio y no podría sujetar esos árboles ni mantener la pradera en este momento de un verde desbordante. No podrían salirme más florecitas y la gente no caminaría por mi ladera alegre y contenta, porque tengo que decirte que cuando caminan por encima de mi, en sus pisadas noto que todos están contentos, e incluso emocionados, con una alegría desbordante, incluidos los niños, que son los más ruidosos pero los más dichosos por empezar a vivir su primera o segunda o tercera aventura en la montaña. Van hablando con sus amiguitos o incluso alguno de ellos diciendo continuamente mami, mami! o papi papi!, requiriendo continuamente la atención de sus padres.

Llega un momento en que todos miran para el cielo y callan. Contemplan el firmamento con sus estrellitas pintadas. Apenas alguna voz, mira allí, allí, allí y señalan apuntando con su dedo hacia algún lugar del cielo estrellado que yo no puedo ver porque no tengo ojos, pero soy capaz de dibujar cada uno de sus trozos, estrellita por estrellita porque ellos me las pintan casi todas las noches, por lo que, mi tarea es fácil. Me limito a reproducir lo que me cuentan. Es mucho más difícil transmitirlo que pintarlo.

Ese otro que está frente a mi, por la mañana me dice buenos días y cuando anochece me dice buenas noches y yo le contesto con otro buenos días o buenas noches según sea y le digo, que descanses. 


Qué importante es sentirse acompañado!. Si no fuera por el de enfrente, ya te lo dije, me hubiera desmoronado. Por eso cuando dicen que si este es mas bello o el otro es más bello yo pienso que eso no es lo más importante. Lo verdaderamente importante son las emociones que me transmiten esos niños, esa gente que camina, esa gente que descansa bajo mis árboles y que con su pecho pegado a mi tierra, me dicen que son felices o que están enamorados. Porque has de saber que puede que haya alguno que venga a mi muy triste y venga a contemplar mi cielo y mi prado, pero no he visto nunca a ninguno que esté malhumorado.

Así que mi vida transcurre así, siempre acompañado por ese de ahí enfrente y que aunque solamente podamos comunicarnos por la tierra o por el viento, sabemos cada uno de los dos que el de enfrente está ahí y lo seguirá estando para siempre.

Te escribo a ti, al de enfrente, para que sepas lo que siento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario